Bangwang la historia
Bangwang la historia gy salazarjr E’ORbpR 15, 2011 28 pagos Tres mexicanos presos en Bangwang Nota de Redacción: Este trabajo se realizó con la autorización de los protagonistas. Tanto sus nombres como los eventos aquí expresados son verídicos y no han sido cambiados, salvo aquellos que afectan sus procesos y el de algunos funcionarios. Esta historia la conocí por una pequeña carta enviada al periódico El Norte, donde tres empresarios, prisioneros en Tailandia pedían la intervención del Gobierno Mexicano en la revisión de sus casos. No decían nombres.
Pedí información al respecto a la Embajada Real de Tailandia n México y en respuesta solo me dieron el domicilio de donde debería comunicarme ara solicitar los datos; la Prisión de Bangwang. Escrib(y OF28 Renán Amador Cuerv correspondencia por POR: M. ALBERTO BUENFILD BANOS REPORTAJE ESPECIAL LOS PENSAMIENTOS VUELAN ontestación de omunicación vía Hace apenas seis horas nos condenaron. Ni siquiera tuve tiempo de llamar a mi esposa para informarle. pero aquí ya vamos, dentro de una pestilente jaula de metal con malla oxidada, esposados a un barrote y grilletes. Estamos como los perros de calle, arrinconados y asustados.
Nos llevan en una camioneta todo chatarra. Por un hoyo del piso de metal podrido entra humo del escape y cerca de mi cabeza, una barra que esta por zafarse golpetea sin cesar. 70 años, pero lo hace como enloquecido. Rebasa y frena sin cesar, arremete contra todo lo que se le atraviesa, por fortuna a nadie arrolla. Los dos guardias que nos vigilan ni se inmutan; veo que están acostumbrados. Nomás veo que saltan de sus asientos de metal y se miran como esperando el choque. Además de mis nervios alterados, el calor es tan asfixiante que apenas puedo respirar, eso, además del humo del escape ya siento que la cabeza me revienta.
Miro al guardia que nos vigila, dusto y como si no le importara nada; fume y fume. Sude y sude. Pienso que esta noche estará platicando con su familia y amigos, acerca de los tres mexicanos que fueron condenados a más de 40 años por traficar con drogas. El sol quema agobiante y mina nuestros sentidos. Imagino que han de ser unos 46 grados. El jefe de la cuadrilla de vigilancia se encuentra de mal humor, todo le parece mal y no puedes mirarlo de frente. Tarde aprendo a delimitar nuestros espacios, él guardia, yo prisionero. Me toco de nuevo la cara, aún tengo la sangre seca de los golpes que me dio.
Pero me duele más el lma que las heridas físicas. Veo las cadenas que nos han puesto unidas a un tubo, trato de acomodarme porque una de ellas ya me cortó el tobillo. Realmente no sé que pasó. Me hago todo tipo de preguntas y conjeturas, unas con otras se me traslapan con ideas estúpidas y pendejadas como la del guardia. Qué chingados me importan el guardia y su familia cuando mi situación es terrible. Porqué pienso en el calor si nos esperan cosas pe 2 8 guardia y su familia cuando mi situación es terrible. Porqué pienso en el calor si nos esperan cosas peores en la cárcel de un país que solo conocemos por folletos.
Apenas hoy supe que es Bangwang de Nonthaburi, la prisión Central que le llaman «La Caldera del Diablo». Cierro lo ojos esperando que todo sea un sueño, pero vienen a mi, en desorden, los recuerdos que provocaron este viaje. Y lloro en silencio. Mis dos amigos, compañeros de infortunio, también lloran. LA QUIEBRA Y EL DESTINO Para Renán Amador Cuervo las cosas no podían estar peor. La quiebra de «Barrocos», empresa dedicada la venta de joyería fina era inminente. Por tres generaciones la familia Ronay, su propietaria, llevo tanto sus ventas como imagen a los primeros planos internacionales.
En tres ocasiones enfrentaron problemas de crisis; la guerra del 42, la recesión mundial y la caída del Peso. Sin embargo siempre con orgullo e inteligencia supieron salir adelante. Pero en esta ocasión, hacia los primeros días de Septiembre de 1989 solo les quedaba esperar lo inminente, cerrar el negocio. La familia de Renán Amador, como principal distribuidor por dos generaciones de «Barrocos», fue llamada para dar a conocer la situación de la empresa. Y lo dijeron sin rodeos. Esto no es igual que antes. Ya no sabemos que más hacer. Cada día nos llegan cuentas y más cuentas por pagar.
Ya no isponemos de recursos frescos. por eso y por el carno hacia tu padre acordamos que fueras el primero en saberlo. Para que te prepares. 28 cariño hacia tu padre acordamos que fueras el primero en saberlo. Para que te prepares. No queremos arrastrarte a la situación que estamos por enfrentar. Así que hemos decldido liquidar tu cartera y desearte éxito en la aventura que emprendas. Tu juventud te ayudará a salir adelante. Le dijo finalmente agobiado don José Ronay, jefe del clan familiar. Horas después, desde un café, Renán llamo a Jorge Falcón Castañeda, su principal distribuidor en Acapulco y le dio la ala nueva.
Le invitó a una reunión en su casa para analizar la situación y ver las perspectivas a corto y mediano plazo. «Algo se podrá hacer», le dijo. A pesar de la diferencia de edades, 28 años de Renán y 42 de Jorge, ambos eran muy buenos amigos y junto con sus familias solían compartirse casi todo. Durante la bonanza de ventas, tanto Jorge como Renán habían ahorrado un poco para procurarse más adelante una asociación y una viable independencia de «Barrocos». Así que, antes de pensar en pagar el total de las cuentas y quedar sin nada, ambos jefes de familia se reunieron vanas veces para lantearse que rumbo deberían tomar.
Ya existía entre ellos la confianza y el amor por enfrentar retos. Y es que, por varios años, Jorge Falcón tuvo como jefe inmediato al joyero Antonio Amador, padre de Renán, y nunca disintieron en nada. Los dos opinaban y acordaban en casi todo. EL PROYECTO ASIA Para noviembre de ese mismo año Renán y Jorge habían analizado su desesperada situación económica. Sabían que de no hacer algo cuanto antes, 4 28 Jorge habían analizado su desesperada situación económica. Sabían que de no hacer algo cuanto antes, en poco tiempo enfrentarían serios problemas.
Las deudas crecían y sus familias les apresuraban a buscar una solución. Todavía no resolvían entre el pagar de una vez por todas sus deudas con el dinero ahorrado o invertirlo en el único negocio que conocían, el de la joyería fina. Sin embargo, algo concluían, que el negocio de la joyería fina ya no daría más, al menos por el momento. Así que esperarían tiempos mejores para volver a ese giro. Y no distante de ellos, estaba Miguel Angel Castañeda Rivero, un joven de 25 años de edad, en ese entonces inquieto y soñador. El carácter de Miguel era agradable, cordial, sincero y bien ceptado por ambos socios.
Solía contagiarlos tanto con su amenidad, que procuraban incluirlo en la mayoría de los viajes que realizaban para vender. Miguel Angel era un consumado practicante del Tae Kwon Do. Había representado a México en los Juegos panamericanos y vislumbraba un futuro prometedor en los Olímpicos. El carácter de Miguel le ayudaba en casi todo. Además representaba el vivo ejemplo de la juventud; sencillo, amable, hegemónico y alegre, sin más vicio que el deporte. Su esposa embarazada estaba por darle el primer hijo. Y fue por conducto de Miguel Angel, que tanto Renán como
Jorge conocieron a unas personas de origen chino quienes les brindaban la oportunidad de invertir en plásticos. «Si van a nuestra fábricas de Hong Kong y Bangkok podemos conseguirl s 8 de invertir en plásticos. «Si van a nuestra fábricas de Hong Kong y Bangkok podemos conseguirles créditos a largo plazo». Les aseguraron. Una vez que analizaron el mercado y estudiado otras opciones, determinaron que iban a entrarle al negocio del plástico. por lo redituable a corto plazo y de poco riesgo en la inversión. En varias ocasiones se reunieron con los empresarios chinos para afinar los detalles.
Hablaron del producto, créditos e intereses. Intercambiaron preguntas, tarjetas y llamadas telefónicas; finalmente acordaron verse en Hong Kong y de paso irían a Bangkok. El entusiasmo era desbordante y ya hacían planes futuros una vez que regresaran. Solo sus esposas no compartían ese mismo entusiasmo, pero habían acordado no quejarse. Tanto Renán como Jorge habían acordado invitar a Miguel Angel en su gira, «pues necesitamos quien nos alegre los momentos del viaje», le dijeron en broma. «Además, una mancha más ni se nota», expresaron eufóricos, refiriéndose a la infinidad de deudas ue con el viaje habían contraído.
CON ACTO HONG KONG Corr[an los últimos dras de enero de 1990. Al despedir en el Aeropuerto Internacional «Benito Juárez» de la ciudad de México a los tres grandes amigos, Jesús Orozco Piña, suegro de Renán, tuvo un mal presentimiento pero no quiso comentarlo para no alarmar a las de por si tristes famillas. Al encaminarse rumbo a la sala de espera, don Jesús se dirigió casi sombrío a Renán, lo abrazó y como un padre le dijo, «cuídate de todos, allá no tendrás 6 8 de todos, allá no tendrás más amigos que los que hoy llevas». Con una sonrisa casi simulada Renán asentó de manera afirmativa, y partieron.
Llegaron a Hong Kong donde estuvieron cuatro días. Conocieron varias fábricas, contactaron proveedores y realizaron estudios imaginarios sobre mercadotecnia y factibilidad. Todo caminaba según lo proyectado. Algunos proveedores ofrecieron líneas de crédito amplias y la exportación de productos de plástico hacia México con cargos insignificantes. Otros ofrecían redituables ganancias con la diversificación de sedas, ropa y alimentos. Entre reuniones, comidas y atenciones, cubiertas por Renán Jorge, alguien les recomendó una persona para servirles de traductor y guía.
Aún no llegaban a Tailandia y el dinero ya comenzaba a escasear. Comenzaron a liquidar todo con tarjetas de crédito. Esto, ante la vista de los empresarios, brindaba solidez y confianza. Los encuentros tomaban buen rumbo y la persona que les traducía, de nombre Yang conocía bastante de negocios. Ya en el hotel departían con Yang a quien le confiaron los problemas por los cuales enfrentaban y la importancia de conseguir una buena línea de crédito. Le hicieron saber que requer[an urgentemente de dinero fresco para salir adelante.
En el aeropuerto, cuando se despedían de él, con rumbo a Bangkok, Tailandia, donde sería la ultima parada, Yang tomó del brazo a Renán y le solicitó un favor de amigos. «Llevar esta cajita de un k parada, Yang tomó del brazo a Renán y le solicitó un favor de amigos. «Llevar esta cajita de un kilo 109 gramos con medicinas a un amigo que las necesita porque su madre esta enferma y no hay ese medlcamento allá. por este favor les va a dar cinco mil dólares. Creo que con esto podrían seguir con sus proyectos». Le dijo sonriente.
Como Renán quiso revisar la cajita, como de zapatos, esto le olestó a Yang y de ahí surgieron las discusiones. Entonces Renán sin pensarlo aventó a Yang y le pidió que se retirara de inmediato que no quería saber nada de eso. «No quiero llamar a la policía. Vete y si te debo algo dame tu dirección que yo te enviaré el pago’ Renán comentó todo a Jorge, sobre todo acerca de sus temores. Ya en el avión y con unas copas de más todo quedó olvidado. «1 DON’T UNDERSTAND» Luego de un vuelo accidentado por las fuertes lluvias y el malestar estomacal de Miguel Angel, llegaron al Aeropuerto Internacional de Bangkok el 27 de enero.
Mientras Renán ubicaba la sala de equipaje, una persona se le acercó a Miguel Angel, a escasos metros de Jorge. Le hizo varias preguntas en un inglés mocho, primero sonriendo y luego molesto porque Miguel Angel como no sabía inglés no le contestaba. Comenzó a gritarle de manera desaforada. Luego se acercaron varias personas más, entre ellos policías. En cuestión de minutos todo era confusión. Se acercó Jorge, pero antes de preguntar que sucedía, los dos fueron golpeados y aventados al piso, boca abajo. Los esposaron y les pateaban mient 28 dos fueron golpeados y aventados al piso, boca abajo.
Los esposaron y les pateaban mientras les preguntaban algo que ellos no entendían. En vano trataron de explicarles que no les comprendían. En eso llegó Renán y uno de ellos le dijo en inglés, «solo faltabas tu. ¿Dónde esta la droga?. iEntrégala ya! » Renán les gritaba «il don’t understand! «. Esto encolerizaba más a los policías quienes les arremetieron varios culatazos en la cara y costillas. Ya habían hecho un charco de sangre ante la atónita mirada de los pasajeros del aeropuerto cuando Miguel Angel les señaló que buscaran en su mochila.
Ahí estaba la cajita como de zapatos. Cuando la abrieron los policías sonrieron, había en ella goma de opio. Los levantaron entre golpes e insultos en su idioma, trasladándolos esposados rumbo a la oficina de justicia central para ser interrogados. LA CANCILLER HABLANTINA Sentados por separado, cada uno fue interrogado sobre sus presuntos nexos con los Carteles de Asia. Y a pesar todo Renán estaba seguro de que todo había sido una terrible confusión. Obtuvo un poco de tranquilidad cuando uno de los guardias le dijo que en unos minutos estaría con ellos un representante de su Embajada. Estamos en espera del juez para que les resuelva el roblema, así que esperamos que cooperen». El respondía a todo que SI. Apenas en diciembre de 1989 se había instalado la Embajada de México en Tailandia y para enero aún no brindaba el servicio consular. Ya juntos, Renán no quiso inquirir a Miguel Angel sobre la proc no brindaba el servicio consular. Ya juntos, Renán no quiso inquirir a Miguel Angel sobre la procedencia de la cajita, únicamente se concretó en pedirles a los dos tranquilidad y esperar a que el representante de la Embajada llegara. – Digan la verdad, no tenemos nada que ocultar.
Es mejor ecir las cosas como son para salir de este problema y regresar a la casa cuanto antes. Y que esto nos sirva de lección. Sin embargo pasaron los días y ningún representante de la Embajada llegaba. Un día fueron despertados con gritos en la madrugada. Un temor invadió el cuerpo de Renán. Miguel Angel comenzaba a llorar y gritar. ‘iiNos van a matar, nos van a matar! i’. – iYa cállate, deja de decir pendejadas!. Le increpó molesto Jorge. Los llevaron a la oficina de interrogatorios. Ahí estaba una persona que se identificó como la Canciller Juana Adela Manrrique, representante del Embajador de México en Tailandia,
Enrique Micheles Santana. A ella le acompañaba un traductor. Ya había conversado con las autoridades tailandesas sin la presencia de ninguno de los involucrados. Esto le dio mala espina a Renán pues la representante de la Embajada en ningún momento les solicitó su declaración sobre los hechos. Muy apresurada les dijo. – Mlren la situación es ésta. Están aquí por tráfico de drogas. Por lo que no es conveniente solicitar un abogado de este país pues en caso de perder el juicio podrían ser sentenciados a muerte. Aquí, así son las cosas. La representante de Méxi