DEBER DE LENGUAJE
La vida me paso encantado, Para mi todo es un sueño, Bajo este, mi cielo amado. Las lindas chiquillas quiteñas Son dueños de mi corazón, No hay mujeres en el mundo Como las de mi canción.
La Loma Grande y La Guaragua Son todos barrios tan queridos De mi gran ciudad, El Panecillo, La Plaza Grande Ponen el sello inconfundible de su Majestad Chulla quiteña, Tú eres el dueño De este precioso Patrimonio nacional Chulla quiteña Tú constituyes También la joya OF3 pase De este Quito Colonial AMOR MIO Amor mío amor mío te llevo dentro del corazón o te puedo olvidar te adoro sin cesar tal vez será mi triste soledad Te fuistes sin darme rason yo te brinde todo el corazon me abrasabas te besaba con pasion dónde está mi chata porque por ella me muero Las carisias de mi prieta las traigo en mi pensamiento Se las llevaron sus padres y para mí ha sido un tormento estrellita relusente dile lo que estoy sufriendo dile que regrese pronto que de amor me estoy muriendo Ay momentos que quisiera mejor quitarme la vida con quien se anduviera paseando mi chatita consentida Quisiera ser como el abe olar como el pensamiento paz llegar hasta tus brazos y calmar mi sufrimientos Estrellita relusente LO MUCHO QUE TE QUIERO Quisiera que supieras vida mia lo mucho que te quiero y que te adoro tú vives en mi pensamiento y ahora me arrepiento si yo te hice llorar Yo nunca te hablo a ti con la mentira yo siempre te hablo a ti con la verdad quisiera que olvides el pasado que vuelvas a mi lado que tengas compasión EL CILINDRO PAGL2 miseria con su luz. Sobre sus cuerpos lo restregaron, y lo adoraron como si fuera Jesús. Los vecinos se enteraron curiosos visitaron «a la casa en que de noche sale el sol». El cilindro y la familia fueron la mejor noticia de la Prensa, Radio yla elevisión: «Un milagro de Dios? «; «Otro Mago de Oz»; «Regalo de un Platillo Volador? » Aquel cilindro, con el polvo de cielo que alegraba su miseria con su luz. Sobre sus cuerpos lo restregaron, y lo adoraron, como si fuera Jesús.
La luz del cilindro fue menguando y al irse se fué apagando el amor que lo celebró. Uno por uno fuimos pagando el precio cruel de los que basan su felicidad en error. El gobierno explicó a través de expertos que, «los muertos fueron víctimas de radioactividad». Le dieron una multa a un hospital local, «por botar substancias tóxicas en un área popular’. No hubo milagro, ni hubo justicia, y esa tragedia no es noticia ya. Ni aquel cilindro, con el polvo de cielo, que alegraba a la miseria con su luz. Ya no es noticia, esa tragedia de la Navidad sin el Niño Jesús. Nadie se acuerda de la familia que, brillando, murió en la oscuridad. El hospital pagó su multa, barata le salió la culpa, PAGL3