Hospital dispositivos urgencias
Titulo: «Hospital, dispositivos, urgencias» Resumen: En nuestra práctica, el término dispositivo constituye una expresión de uso cotidiano. Sin embargo, existen al menos dos sentidos en que este término es empleado dentro del campo «psi»: Para referirse a los dispositivos de atención institucional vinculados a la práctica hospitalaria, y para designar al dispositivo creado por Freud o dispositivo analitico.
A partir de esta distinción, nos proponemos 3 establecer p principales puntos de encuentro desencuentro entre ambos modos de concebir el dispositivo. Para pensar su rticulación, tomaremos al dispositivo asistencial de guardia, diseñado desde nvestigación IJBACyT: «Proyectos terapéuticos bajo la clínica psicoanalítica en el Hospital Público». Directora: Prof. María Inés Sotelo. Programación 2010-2012.
El dispositivo: pluralidad de sentidos Etimológicamente, la palabra dispositivo proviene del latín dispos que quiere decir dispuesto. En sentido amplio, un dispositivo es un mecan. smo o artificio construido para producir una acción determinada, prevista. Es decir que, mediante su implementación, se espera obtener un resultado establecido on anterioridad, y por lo tanto, anticipable. En nuestra práctica, el término dispositivo constituye una expresión de uso frecuente, casi cotidiano.
Sin embargo, existen al menos dos sentidos en que este término es utilizado en el interior del campo «psi»: Por un lado, para designar los distintos procedimientos de atención institucional vinculados tradicionalmente con la práctica hospitalaria: consultorios externos, guardia, interconsulta, internación, entre otros; por otro, se emplea usualmente en la comunidad analítica para nombrar el dispositivo creado por Freud o «dispositivo nalítico», artificio que sostiene la cura analítica y cuyos pilares son la asociación libre, la interpretación y la transferencia.
Siendo que la relacion entre ambos dispositivos es aún objeto de discusión, este trabajo se propone 20F interrogarla a partir del ca el dispositivo asistencial paradigma médico, y por lo tanto, se sostiene en los Ideales de «salud para todos» y en patrones adaptativos sociales. Esta referencia es importante porque el hospital no siempre fue un lugar al que alguien se dirigía para curarse. Hasta el siglo XVIII se trataba de un lugar para ir a morir y no estaba sociado con la práctica médica.
Con el tiempo se produjeron cambios políticos, económicos y culturales que provocaron modificaciones en la subjetividad de la epoca, contexto en el cual el hospital pasó a ser un mecanismo para curar (FOUCAULT 2008, 107). Los dispositivos asistenciales que el hospital produce se inscriben dentro de esta lógica: son artificios cuyo objetivo principal es curar a aquél que padece de una enfermedad o dolencia. Cada uno de estos dispositivos constituye un modo diverso de tratamiento de dicha enfermedad.
Resulta indudable que este uso del término dispositivo trasciende la ráctica de los analistas en el hospital. Se habla de dispositivo de atención o asistencial independientemente de la disciplina de que se trate (médicos, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales) y de la orientación teórica del profesional, psicólogo u otro. En cada uno de ellos pueden aislarse distintas variables que le son propias y que hacen a su especificidad. or ejemplo, la 30F enfermedad puede tratars bulatoria, por dispositivo a otro, de un momento a otro, segun la evolución de su enfermedad. Además, éstos suponen una serie de normas y medidas administrativas -escritas o no- que operan omo marco de lo que en cada uno ocurre: son reglas y medidas que disponen, ordenan, imprimen cierto modo de relación entre los participantes. De esta manera constituyen una red compleja atravesada por factores intra-institucionales y extra-institucionales que inciden en su funcionamiento.
Con ello nos referimos, por ejemplo, a las normas de atención internas del hospital, o a las normas y medidas que establecen la nueva Ley de Salud Mental, el SAME, el Juez u otros organismos que operan desde el afuera (BAP, Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes). Si los tomamos desde sta perspectiva, los dispositivos hospitalarios funcionan como un dispositivo en el sentido foucaultiano del término.
Foucault define al dispositivo como un conjunto heterogéneo que envuelve discursos, instituciones, disposiciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos; tanto lo dicho como lo no dicho. Estos elementos se articulan en una compleja red de relaciones. Se trata además, de una formación que tiene una función estratégica en un momento histórico 40F determinado. Foucault pla iculación entre estos medicina: En Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis (LACAN 1953), Lacan señala que la práctica del psicoanalista debe estar unida a la subjetividad de la época.
Es en este sentido que Inés Sotelo (SOTELO 2005, 155), cuando se refiere a la inclusión de los analistas en el hospital, plantea que el ámbito institucional es un lugar privilegiado para leerla porque se trata de un lugar que recibe una importante variedad de demandas y en el que coexisten diversos discursos. Ahora bien, puesto que es un hecho que hay analistas trabajando en los hospitales, ¿cómo pensar la inclusión del dispositivo analítico en l interior de aquél que no ha sido diseñado por el psicoanálisis, en un dispositivo que «no está regido por su discurso sino por el de la medicina»? SOBEI_ 2009, 39). Tomaremos el caso particular del dispositivo de guardia para pensar esta articulación. En principio, consideramos que el dispositivo analítico se distingue en diversos aspectos de aquellos que ofrece el hospital, pero la diferencia fundamental radica en que están constituidos a partir de distintos paradigmas. (SOTELO 2009, 24). El dispositivo de guardia es un artificio creado desde sus orígenes para la atención de las urgencia ecir, de cualquier situación que ingresa, de cuyo pasaje se busca resolver la situación crtica para luego continuar con un tratamiento en otra instancia institucional.
Se rige por la expectativa, prevista, del alivio sintomático. En la práctica es habitual que se asocie la urgencia a la guardia y hecho, en muchas oportunidades pueden coincidir; sin embargo, nos interesa destacar que no las homologamos ya que consideramos que la urgencia trasciende dicho dispositivo. Más aún, el modo en que se concibe la urgencia, desde la medicina o desde el psicoanálisis, determina modos diversos de abordarla.
Si omamos a Freud, la urgencia es un momento de quiebre: se produce la ruptura de la homeostasis con que la vida transcurría causada por una irrupción pulsional. Supone «la abolición momentánea del principio de placer» (FREUD 1920, 29) que Freud llama perturbación económica. Desde Lacan, la urgencia designa la emergencia de un real, entendido como aquello «que se pone en cruz para impedir que las cosas anden» (LACAN 1975, 84). Además, Lacan señala que la angustia es «el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real» (LACAN 1975, 87).
Esta forma de definirla nos lleva a ubicar dos variables que la aracterizan: la presencia de un padeci bajo la forma y la dimensión temporal presentaciones, quien se dirige a un hospital en situación de urgencia lo hace en busca del alivio de su malestar; es claro que no va en busca de un analista. Sin embargo, el encuentro con un analista puede ser la ocasión para que, con esa urgencia, en la singularidad de cada caso, se pueda hacer algo más que suprimirla o padecerla. En este sentido, Lacan señala que «su misión, la del analista, es hacerle la contra» (LACAN 1975, 87) a lo real.
En términos de Freud, la perturbación economica onduce a que la tarea del analista sea «dominar el estímulo, ligar psíquicamente los volúmenes de estímulo que penetraron violentamente a fin de conducirlos, después, a su tramitación» (FREUD 1920, 29). Es decir que, en la urgencia, el primer movimiento del analista apunta a que algo de real Se tramite a través de la palabra, que se vuelva relato en el que el sujeto pueda representarse, construir un sentido desde el sin-sentido propio de la urgencia, sentido destinado luego a perderse. Pero aquí se vuelve necesario establecer la diferencia entre analítico y discurso.
Porque pensamos que no es posible ntroducir el dispositivo analitico clásico -tal como lo definimos más arriba-, e el marco de las situaciones de urgencia. Es en este sentido que leemos la afirmación freudiana de Análisis term estados de inable (FREUD 1937): «En 7 OF analítico es efecto de ciertas intervenciones del analista. Es decir que, no porque alguien le hable a un analista es que hay un dispositivo analítico instalado. Para que podamos hablar de dispositivo analítico instalado es necesario contar al menos con la producción de un síntoma analítico, que pueda ser abordado mediante la interpretación.
Finalmente, un síntoma sólo es analítico si incluye al analista en su estructura: es lo que Freud llamaba neurosis de transferencia. Recordemos que Lacan define al síntoma precisamente como lo que es analizable. Entonces, aunque no es posible hablar de dispositivo analítico en urgencia, la presencia de un analista, desde su posición y su escucha, permite producir efectos que no dudamos en llamar analíticos. ¿Por qué? ¿Cómo pensar la posición del analista en la urgencia? A partir de lo que Lacan denomina la «poltica del analista» (LACAN 1958, 569) y desde su conceptualización de los cuatro discursos.
Con respecto a lo primero, nos referimos a la Castración como principio y horizonte de la acción analítica. En este punto consideramos necesario aclarar que hacerle la contra a lo real no supone desconocer la dimensión real inherente a la estructura misma, es decir, la no relación sexual que es de estructura. 80F Con respecto a lo segundo, que Lacan introduce los social. Y en dicho texto explica: «Los discursos de que se trata no son nada más que la articulación significante, el dispositivo, cuya sola presencia, el hecho de que exista, domina y gobierna todas las palabras que eventualmente puedan surgir.
Son discursos sin palabra, que luego se alojará en ellos» (LACAN 1969-70,179-180). A partir de los discursos podemos deducir que el dispositivo hospitalario de guardia se estructura en lo que es el reverso del discurso analítico, es decir, en el discurso del amo. Esto significa que su objetivo es que las cosas marchen, ya que está diseñado para curar la enfermedad y eliminar los síntomas. Y cuando el síntoma desaparece, las cosas marchan, que es lo que exige el amo. El analista, en cambio, se encuentra en tensión entre el discurso del amo y el analltico. ¿por qué?
En primer lugar, la urgencia upone la presencia de un real que implica la ruptura de la trama discursiva en la que alguien, hasta ese momento, se sostenía. Entonces, para que el analítico pueda operar es necesario primero reintroducir la trama discursiva cuya ruptura condujo a la urgencia, trama que comienza a tejerse a partir de los dichos de quien consulta alrededor de ese real que la urgencia muestra. Al interrogar ese real e introducir una trama, el analista apunta a volver a ese real discurso del inconsciente. La diferencia esencial radica en que para el psicoanálisis la intervención no se agota allí.
Será ontener la irrupción de goce que aparece en la urgencia, pero también hay que abrir una dimensión que permita interrogarla: que quien consulta pueda hacerse una pregunta por su padecer. deas para concluir: Si la urgencia no se interroga, si sólo apuntamos a apaciguar lo disruptivo, no es posible salir del círculo que implica emergencia, acotamiento, emergencia. Esto supone atender la urgencia pero no alojarla. Alojarla implica entenderla como «un hecho de discurso que habrá que poner a decir’ (SOTELO 2009, 27), movimiento que produce ya un primer efecto terapéutico: Es el alivio que observamos en los primeros encuentros.
Si sólo nos quedáramos con calmar lo disruptivo, la urgencia se reeditarla al infinito. De hecho, últimos 10 años, la mayoría de las consultas en salud mental constituyen sólo urgencias, dato que verificamos tanto en el trabajo cotidiano en los hospitales como en la investigación UBACyT1 de Clínica de la Urgencia en el período 2008-2010. Esto nos condujo a pensar en la necesidad de rediseñar los dispositivos clásicos de atención. En el dispositivo de guardia, aun no siendo un dispositivo construido desde el psicoanálisis, se puede propiciar «un efecto de subjetivación en la 0 DF 13